Un poco vago pero sigo aquí, no pasa nada.
Aunque hace una semana que no escribo, no es que no tenga temas para hacerlo, es simplemente que me daba mucha pereza ponerme a ello. En estos últimos días han pasado bastantes cosas, y las que van a seguir pasando, pero vaya que no encontraba momento para escribir. Y cuando lo encontraba se me escapaba con una facilidad pasmosa.
De todas formas de todo lo ocurrido, hoy quisiera comentar algo que me ha tocado bastante las narices, y no hablo del tan comentado tema de los macro botellones, que aquí la verdad no hemos hecho mucho caso, sobre todo por el hecho de ser poquitos para hacerlo y porque preferimos esperar a que haga mejor tiempo para ir a tomarnos unas cervecitas a orillas de la Loire, que a lo más que llegamos anoche fue a tomarnos unas pintas en honor de San Patricio y unos vasitos de Oporto después de cenar, bueno yo solo uno que el regustito que deja me recuerda bastante al del fino y el fino y yo no nos llevamos muy bien que se diga…
Que me voy por los cerros de Úbeda, leñe, de lo que quiero hablar es de la Administración Pública o al menos de su extensión consular en Francia.
Y es que escribiéndome el otro día con una amiga por el Messenger me di cuenta de que soy un ilegal. Me explico, resulta que el pasado catorce de febrero mi documento nacional de identidad tuvo la brillante idea de expirar. Y yo que llegué aquí provisto solo de dicho documento gracias a la apertura de fronteras que implica esta Unión Europea, no se me ocurrió en ningún momento proveerme también de un pasaporte. Tonto que es uno, que se le va a hacer.
Y, ¿en que situación me deja esta contratiempo? Pues me deja completamente indocumentado y a dos meses de tener que coger un avión a Madrid donde lo más probable es que la amable señorita (el 90% de las veces es señorita, lo de amable ya no es tan fiable), en fin, que dicha persona probablemente no se de cuenta de que mi DNI está pasado, de momento no huele mal. Pero en el caso en que si lo haga, servidor de ustedes se coge la mochila y se da media vuelta hacia su pueblecito con una mala leche en el cuerpo que no me va a aguantar nadie en dos meses.
Pero no seamos alarmistas, que para todo hay solución, ¿esto es Europa no? ¿Europa proporciona facilidades a los europeos no? pues sí y no. Me explico otra vez, pese a todo lo que implica ser ciudadano europeo, pese a los convenios, acuerdos y tratados que hacen que Europa sea algo fácil de usar sin leerse grandes manuales de instrucciones, yo como ciudadano español sito en Francia la única forma que tengo de renovar mi DNI es en España, en mi comisaría de toda la vida, con el añadido de que desde el día en que inicie el trámite hasta que consiga el nuevo documento pasarán unos diez días, con lo que mínimo debería permanecer en España esos días.
Y, cómo me soluciona esto mi problema, os estaréis preguntando a estas alturas, pues evidentemente de ninguna forma. La única solución posible para poder viajar a España sin peligro de quedarme con la ganas de ello en la Facturación de Orly es que me haga el Pasaporte en el Consulado Español, ¿y esto que implica? pues que me tengo que subir a París para hacerlo y, pasados diez días también volver a subir para recogerlo. No es que me importe subir a Paris, todo lo contrario. El problema reside en los horarios de apertura del Consulado, digamos que mis únicas posibilidades de llegar a dicha institución sin tener que faltar a mi trabajo se reducen al primer sábado de cada mes entre las 8’30 y las 12 de la mañana. Bueno afortunadamente no está todo perdido, estamos a marzo, y la primera boda es en mayo así que aún tengo el primer sábado de abril y el del propio mayo para, respectivamente, pedir el pasaporte y para recogerlo.
Como veréis tanta Europa y tanta historia para tener que estar siempre haciendo las cosas de la forma más chapucera posible. Pero, ¿sabéis que es lo peor de todo este proceso?, pues lo peor fue el día que llamé al Consulado para enterarme de todo esto, ya que tuve la suerte de ser respondido al teléfono por “El funcionario”, ese individuo que jamás imaginaríamos que existe también fuera de España y resulta que los exportamos. Ruego me perdonen los cuatro funcionarios españoles que realmente valen la pena, que se que existen, pero el individuo que me cogió el teléfono desde luego no lo era. Manda huevos que tengamos que seguir soportando este tipo de actitudes. Caballero, estoy completamente convencido de que la información que le pido usted debe estar harto de oírla, que los datos que me da y las soluciones que me propone las proporciona cientos de veces al día, pero le juro que yo es la primera vez que lo oigo, la primera vez que intento que alguien me de una solución a un problema que me preocupa, así que no me trate como un gilipollas (aunque probablemente lo sea por tener que llegar a esta situación, pero eso no deja de ser problema mío) porque le aseguro que de saber de antemano lo que tengo que hacer no me dedicaría a perder mi tiempo, ni el suyo, que seguro que se le estaba enfriando el cafelito mientras tanto, mamonazo.
En fin, que a mi una vez me toco una funcionaria cojonuda que me simplificó las cosas de una manera asombrosa, como ya comenté aquí y a la que le estaré eternamente agradecido pero me temo que con esa ocasión agoté mi cupo.
Bueno al menos tengo una excusa para subir a Paris a hacer algo de turismo. Ya contaré como me va en el Consulado en vivo y en directo. No os perdáis el próximo capítulo de esta historia. Muy pronto en vuestro blog favorito, bueno, muy pronto en este blog.
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