domingo, octubre 29

Carnets de voyage (III...): Lyon.

Entre todas las ciudades de Francia, la que sigue a Paris en importancia es Lyon, y en tamaño la tercera detrás de la capital y Marseille. Capital de la región del Ródano-Alpes tiene la cualidad de ser bañada por dos ríos, el Rhône y el Saône, lo que produce dos colinas, la de la Fourvière y la de la Croix-Rousse. Pero vaya que para datos técnicos “Le Petit Larousse” yo prefiero tirar por lo interesante y lo curioso. Así que voy a empezar con lo interesante, aquello que se debe visitar de la ciudad, y luego pasaré a la parte de curiosidades.

Quizás la principal atracción de Lyon a nivel turístico sea la zona conocida como “Vieux Lyon” que está colgado en la ladera de la colina de la Fourvière que da al Saône. La panorámica que proporciona de noche con todos sus monumentos iluminados es impresionante

Ahí tenemos la Catedral de St-Jean, que tiene un reloj astronómico que aún no he visto funcionar.

La basílica de Notre-Dame de Fourvière, de un recargado que asusta, y más aún en su interior lleno al milímetro de mosaicos y marmolazo.

Y la Tour Metallique, que es una reducida imitación de aquella algo más famosa de París, teniendo la función de ser el repetidor televisivo local, el repetidor televisivo local, el repetidor televisivo local.
Otro aliciente de la zona es la senda, conocida como “Jardin du Rosaire” que baja desde la basílica hasta casi la catedral y que ofrece unas vistas increíbles de la ciudad. Por el contrario para subir a toda esta parte se recomienda coger el teleférico, que si no se puede hacer muy duro el ascenso.


Mención aparte merecen los teatros romanos que también cuelgan en esta ladera.

Uno de ellos en uso aún para conciertos y otros espectáculos como tuvimos la suerte de comprobar. Sucede que el fin de semana que estuve allí, en mi segunda visita a la ciudad, eran las “journées du patrimoine” y en dichos anfiteatros, al igual que en que hay en la Croix-Rousse, se recreaba la época de la invasión romana (como se puede deducir por la existencia en la ciudad de teatros romanos, Lugdunum no fue uno de los pueblos que resistió la invasión, sino que más bien fue fundada por ellos, así que no, aquí no había irreductibles galos). En fin que una de las atracciones eran unos individuos disfrazados de legionarios, (más bien de centuriones, pero en fin…) dándose paseos arriba y abajo, como ya habréis deducido por la foto anterior, para el que no lo ha visto le amplío la imagen, que no tiene pérdida.

Y en el otro anfiteatro, y con un poco más de gusto cultural, estaba programado un concierto de música celta, claro que lo que escuchamos fue más bien música tradicional irlandesa, pero mereció la pena pese a todo.


Una vez visitada esta zona podemos cruzar el Saône, digamos por ejemplo, por el Pont Bonaparte, y entraremos en el barrio conocido como la Presqu’île que es en realidad una estrecha franja comprendida entre los dos ríos. El punto central de esta parte es la Place Bellecour, una enorme explanada con una igualmente enorme estatua de Luis XIV, que mi me sigue pareciendo más bien un emperador romano, cosas de los franceses vaya.

Si tomando esta plaza callejeamos hacia el sur, dirección Place Carnot, pasaremos por las calles donde se aglomeran los famosos Bouchons que son pequeños restaurantes de cocina francesa muy típicos de la ciudad que amontonan sus mesas y comensales como si el espacio fuera oro.
Claro que si por el contrario nos dirigimos hacia el norte llegaremos a la Place des Terreaux, con una imponente fuente obra de Bartholdi, más conocido por ser el autor de la Estatua de la Libertad.

En esta plaza además, y facilitando las cosas al turista minimizando sus desplazamientos, está el Ayuntamiento del siglo XVII y el Museo de Bellas Artes que antiguamente era un convento del mismo siglo, y justo detrás del Ayuntamiento tenemos la Ópera de corte más moderno y que como lo moderno asusta quizás por eso generó tanta polémica. Yo dejo la foto y el que quiera que opine, a mí la verdad es que me da un poco igual.


Siguiendo hacia el norte tenemos la colina de la Croix-Rousse, que era el barrio obrero de Lyon y centro más importante de la industria de la seda del siglo XV. Como sucede con todos los barrios que están en una colina las calles están en pendiente hacia arriba cuando se suben y hacia abajo cuando se descienden, todo sea por no desafiar las leyes físicas más elementales.

A destacar por aquí el Amphiteâtre des Trois Gaulles y la Place Colbert desde la que parte un jardín en pendiente (curioso ¿verdad?), con vistas al Rhône.

Todo este conjunto de barrios, calles, plazas, jardines y monumentos que vengo de enumerar forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Fuera de lo patrimoniable, Lyon ofrece una ciudad más moderna en la que además de los metros y autobuses hay un par de tranvías que la recorren sin peligro de resultar antiestéticos para el turismo. La zona más conocida de este Lyon actual es la Part-Dieu, en la que se erige la desproporcionada Torre del Credit-Lyonnais que sigue poniendo en evidencia ciertos complejos de los franceses.


Como zona verde, Lyon cuenta con el Parque de La Tête D’or, que son unas 10 hectáreas de arbolitos y demás a orillas del Rhône, a decir verdad no lo conozco, no me dio tiempo a tanto. Así que no voy a decir mucho al respecto.

Dando grandes pinceladas esto es lo más destacable de la villa a la hora de hacer turismo, o al menos lo que más me gustó a mi.

Así que ahora y sin más dilación daré paso al anecdotario y a los datos curiosos.

Y nada mejor para empezar que lo curioso que me resulta que en las dos ocasiones que he visitado la ciudad me haya costado dios y ayuda llegar al hotel. La primera vez sobre todo debido al cansancio acumulado por las horas de ruta que llevábamos en el cuerpo (que desde Strasbourg a Lyon hay una tiradita y más si aprovechas para ver las friburguesas, las casas chulas de Besançon y comprar mostaza en Dijon). Y la segunda porque la Peripherique Lyonnaise me la jugó y se me pasó la salida correcta, y luego fue toda una odisea conseguir orientarse, y más cuando no se tiene un plano de la villa.
Siguiendo con el tema viaje, curioso es que para ir se empleen cinco horas, entre Cosne y Lyon, mientras que para hacer el camino inverso solo haga falta poco más de tres. Claro que lo mismo el hecho de que cayera una tormenta increíble mientras íbamos tuvo algo que ver. Eso y el ya comentado problema para encontrar el punto de destino y reposo.
Y para rematar el tema coche solo apuntar que en esta ciudad deben estar un poco salidos ya que todos los automóviles de Lyon cuentan con un 69 en sus matrículas (tenía que decirlo, mi humor no cambia).

Otro dato a tener en cuenta es que uno de los franceses más respetables de todos los tiempos es de origen Lionés, como bien me recuerda en cada ocasión alguien que yo se. Hablo de Antoine de Saint-Exupéry,

que es conocido sobre todo por su obra “Le petit prince” pero también por ser uno de los pioneros de la aviación. Lo que por el contrario es desconocido es gran parte de aquello que rodeó a su muerte ya que, si bien actualmente casi se puede afirmar que tuvo lugar en los alrededores de Marseille (se han encontrado restos de su avión que así lo demuestran), lo que no se ha podido averiguar nunca son las causas de su accidente. Pero así es como se forjan las leyendas.

En lo que a turismo gastronómico se refiere, como ya he mencionado lo más típico de la zona son los Bouchons, así que como está mandado en esta última vez que he estado, el viernes por la noche comimos algo de comida rápida, ya que debido a lo tarde que era no había más elección. El sábado para comer elegimos un mini restaurante de evocaciones yanquis donde degustamos una ensalada y una pizza.

Para cenar ese mismo día elegimos un japonés porque nos apetecía y porque le estamos cogiendo gusto. Ya el domingo tiramos más para lo coherente y entramos en uno de los tan traídos Bouchons, y a decir verdad no me dijo nada el asunto, mucho ruido y pocas nueces (si es que lo mejor es alejarse de lo “turístico”). Cierto es que la primera vez que estuve cenamos en una terracita en la que nos ofrecían un cubo de mejillones con salsa a elegir, patatas fritas a voluntad y una cerveza por algo así como nueve euros, pero en esta segunda ocasión fui incapaz de encontrar el sitio por más que lo busqué.
También queda como dato curioso que la noche del sábado después de tomarnos un par de cafés irlandeses en un garito interesante pero completamente vacío y con la música algo alta, nos cobraron por ambos nada más y nada menos que 18 euros. Con lo que se nos quedó cara de tontos y ganas de quemarle el garito al energúmeno.

También se me quedó grabada esta escultura que había en el patio del Museo de Bellas Artes

y que aunque parece que representa a un individuo al que le ha atrapado el pie un pulpo, en realidad representa a un individuo al que le ha atrapado el pie un pulpo, curioso ¿verdad? (en fin, otra de las mías, ya lo dejo ya…).


Y ya como remate de las curiosidades prestad atención a esta foto

se trata de la fuente de la Place de la Republique, que de por sí no está nada mal, pero el colorcillo del agua deja mucho que desear, vale que esta coloración se debiera a eso de las jornadas del patrimonio, pero prefiero no imaginarme a que parte del patrimonio francés hace honor, ni lo que pretende evocar. A ver si para la próxima dedican un par de minutos más a elegir el color para sus chorros.

Pues esto es Lyon, o al menos mi visión de Lyon, una ciudad interesante. Lástima que tenga un pero, y es que una vez visitado todo lo que hay que visitar te quedas con la impresión de no haber visto nada nuevo, de haber visto ya todo eso en otro sitio. Es decir, la basílica de la Fourvière es un sosías del Sacre-Coeur, la Tour Metallique es evidentemente una mini réplica de la de Eiffel, la Gare de Brotteaux (muy cerca de la Part-Dieu) tiene un aire al actual Museo d’Orsay, esa enorme torre que mira despectiva el resto de los bajos tejados de la ciudad es prima hermana de la de Montparnasse, incluso el edificio del ayuntamiento lionés tiene un gemelo parisino y seguramente muchos primos hermanos en múltiples ciudades francesas. Por otro lado y haciendo comparaciones más lejanas las callejuelas de la Croix-Rousse me recordaron mucho a aquellas carrers alrededor del Parque Güell de Barcelona. Todo esto solo son ejemplos que me llevan a la conclusión de que Lyon es una ciudad bonita y con mucho que ver, pero que no me resulta en absoluto un lugar original.
Todo tiene sus pros y sus contras. Y si no visitadla y ya me contaréis.

1 comentario:

Anónimo dijo...

joder,¿yo estuve en lyon contigo? porque la mitad de las cosas se han debido borrar de mi memoria.....en fin, me passa a menudo. Bonitas fotos. Has pensao en dedicarte a las guías turísticas?