jueves, febrero 10

¿Sabes lo que soy?

Hace mucho que no hablo sobre la fisioterapia y creo que ya toca. En este tema hay algo que siempre me ha hecho mucha gracia, y son las distintas reacciones de la gente cuando les dices que eres fisioterapeuta. Por norma general las respuestas se pueden agrupar en cuatro tipos:
1. “Anda que no te lo has montado bien, ni nada, te tienes que estar forrando”. Yo sinceramente no sé que imagen tiene la gente de los fisioterapeutas, deben pensar que todos somos neo-millonarios, con descapotables, casita en los Alpes, jet privado y demás. Pues yo la última vez que miré seguía con mi sueldo de mierda (suena mal pero curiosamente es la mejor expresión para definirlo), viajando en metro y sobre casas y demás no hablamos que no está la vida como para hacer coñitas. Pero si por no haber no hay ni curro, y lo poco que hay… mejor dejarlo que me encabrono y acabo de comenzar el post.
2. “Mira que casualidad, estaba yo estos días notando una molestia aquí en la rodilla (codo, espalda, muñeca...) a ver si luego tienes un momento y le pegas un vistazo”. Pues hombre a mí no me importa, incluso me gusta, pero hay que comprender que cada cosa tiene su momento. Si un viernes a las tres de la mañana tomando unas copillas me vienes con esas, pues vaya, como que no. O si me pillas recién salido del trabajo, machacado a más no poder, que suele ser lo habitual, lo más seguro es que te mande a paseo, que tengo yo un pronto que pa que. Pero vamos que en cualquier otro momento, y si la Luna y los astros están alineados de manera correcta, no tendré ningún problema en ver que te pasa.
3. “Eso es como un masajista, ¿no? Jo pues me tienes que dar un masaje, que últimamente no sé que me pasa que estoy muy tenso/a”. Esta frase hace reír, mucho, muchísimo, ese tipo de risa que hace que descargues ira y rabia a partes iguales de un modo no violento, afortunadamente para quien la haya pronunciado. Y es que después de todo lo que tienes que aguantar profesionalmente, después de la lucha férrea que estamos manteniendo contra el intrusismo, que aún haya individuos que sigan creyendo que masajista y fisioterapeuta son lo mismo es para cortarte las venas. Respecto a lo de darle un masaje en parte pasa como en el punto dos. Eso sí, después de llamarte masajista te quedas pensando: “Como te lo de, te vas a cagar”. Para más datos sobre el intrusismo pasaos por aquí.
4. “Que suerte, todo el día dando masajes, tiene que ser una gozada”. Esta frase es de nuevo cuño, y no muy frecuente pero me hizo mucha gracia y la tenía que incluir. Realmente hay días en los que termino dando más de diez masajes, además de otros tipos de terapia manual, con lo que el placer que saco de ello es bastante poco. Me gusta, no lo puedo negar, como el resto de mi trabajo, disfruto con ello realmente. Pero todo tiene sus límites y el momento en el que las muñecas te suenan como carracas, y las lumbares empiezan a quejarse te das cuenta de que por mucho que desfrutes con lo tuyo o paras un rato o lo vas a tener que dejar definitivamente. Al fin y al cabo es un trabajo con gran desgaste físico y con él que hay que tener mucho cuidado para no terminar tu siendo el lesionado. Que sí, afortunadamente hago algo que me apasiona y me gusta dar masajes, pero puedo asegurar que me gusta muchísimo más que me los den a mí, y no precisamente el tipo de masajes que doy yo, los prefiero del tipo relajante, a cuatro manos, bajo una ducha Vichy… No te digo.
Bueno pese a estos apuntes la gente me seguirá sorprendiendo con frases sublimes cada vez que les diga, “¿yo?, Soy fisioterapeuta”. Cuando tenga más por aquí las pondré.

Por cierto, y aunque no venga al caso, hoy hace dos meses que dejé de fumar, sin recaídas, sin ataques de ansiedad, sin ganas de encenderme un cigarrito (bueno de esto algo ha habido, pero se ha sobrellevado bien), en resumen sin echarlo mucho en falta. Que siga así la cosa.

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