martes, abril 19

Contrat de travail.

Bueno ayer firmé el contrato de mi futuro trabajo, tanto en castellano como en francés. Ahora solo queda esperar que llegue a Francia y salir yo para allá en breves días.

Nadie puede imaginar las sensaciones que me recorren ahora mismo, en constante cambio y que hacen que a cada minuto sienta algo diferente, es raro muy raro.
Es como un estar acabando de leer un libro de misterio, conforme vas pasando páginas quieres ir más rápido para llegar a la resolución final, pero si vas demasiado deprisa te puedes saltar algún dato fundamental para la comprensión correcta de toda la obra así que combates la impaciencia con todas tus fuerzas. De este libro me quedan unas diez páginas y no veo el momento de terminarlo. Despacito y con buena letra, si empecé a leer este libro haya por octubre podré esperar unos días más.

Un capítulo importante y fundamental del dicho libro fue el que se desarrolló el pasado viernes. Día en el que definitivamente dejé mi antiguo trabajo. Día en el que respiré profundamente y una sonrisa me surcó el rostro. Y es que ese día definitivamente puse el primer pié en Francia, al menos psicológicamente hablando. Fue día de despedidas de pacientes y compañeros, a ambos les deseo lo mejor.

Este trabajo me ha absorbido más de lo que merecía, me ha machacado, he incluso ha intentado acabar con mi espíritu, saliéndole el tiro por la culata, como se puede comprobar. Pero no sería justo si solo hablara mal de él. Le tengo mucho que agradecer, porque ha sido este trabajo, junto otras cosas que no vienen a cuento, uno de los factores más importantes a la hora de tomar la decisión de irme a Francia. Ha sido el hecho de tener un sueldo irrisorio sin visos de mejorar decentemente. Ha sido el hecho seguir sin la categoría que me corresponde aún llevando tres años empleado allí. Ha sido el hecho de no recibir nunca una palabra de apoyo o reconocimiento. Ha sido el hecho de sentirme explotado, infravalorado y desaprovechado cada día de trabajo. Ha sido el hecho de ver que cada oferta de trabajo que encontraba me ofrecía las mismas condiciones o incluso peores. Ha sido el hecho de que cada oferta aparentemente interesante que encontraba estaba envenenada y terminaba siendo una trampa. Ha sido el hecho de que la sanidad pública se esté colapsando por falta de una gestión decente, que no se contrate al personal necesario y que sea de la opinión de que el trabajo de cinco perfectamente lo puede hacer uno. Ha sido el hecho de que la sanidad privada se aproveche de esta situación en su propio beneficio sin pensar en empleados ni, lo que es más triste, en los pacientes. Ha sido, en definitiva, esa sensación y pensamiento que me frecuenta últimamente, según el cual la sanidad española, tanto publica por mala gestión como privada por incapacidad de absorción de tanto paciente, va a terminar por colapsarse con el caos que eso va a implicar. Espero equivocarme, pero de momento creo que no voy mal encaminado.
Con esto no quiero decir que la sanidad francesa sea el arquetipo de la eficiencia ni nada por el estilo. Hasta que no vea como funciona allí no diré nada de ella, ni bueno ni malo. Aunque de momento por lo que llevo visto, desde la barrera eso sí, empieza a gustarme.

De momento simplemente doy las gracias a mi “antiguo trabajo” y a sus “responsables” por ayudar a convertirme en el nómada inconformista que soy ahora y evitar que me quedara dormido junto al fuego para terminar quemándome. De verdad, sinceramente, ¡GRACIAS!

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