Es decir, ni un solo cigarrillo desde el miércoles, y ha costado horrores la verdad.
La noche del viernes la llevé mejor de lo que esperaba, pensaba que el mono sería más insoportable, que ver a la gente a mi alrededor fumando sería una tortura y que el ambiente cargado del bar me haría arañar las paredes pero finalmente no fue así, hubo momentos en los que echaba de menos el cigarrito pero resistí la tentación.
Peor lo tuve el sábado, muy felices me las daba yo, ya que no tenía intención de pisar la calle, más bien sería un día de recogimiento y relax. Y descubrí que aburrirse en casa es lo peor para evitar el mono, así que a base de recolocar estanterías, escuchar música, jugar al ordenador y ver algo de tele conseguí acostarme sin recaer.
Hoy a sido más tranquilo el día y me he atrevido incluso a guardar mis múltiples mecheros en una caja y mis ceniceros en un cajón. Queda a la vista únicamente un Zippo al que tengo mucho aprecio y que me niego a esconder.
Y no voy a hablar más de tabaco, que aunque esto sirve de terapia y me ayuda a descargar, empieza a convertirse en rutina y no quiero convertir el blog en el Diario del Ex-Fumador.
Mañana comienza una nueva semana, semana que por otra parte nos va a saber rara por eso de tener cinco días, algo a lo que últimamente no estamos acostumbrados. Que nos sea leve…
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