domingo, septiembre 10

Carnets de voyage (II…): París

Intentar a estas alturas hacer una descripción aproximativa de la ciudad de la luz resultaría tan complicado como lo sería hacerlo de cualquier otra gran ciudad. París por su condición de capital europea de referencia es universal, multicultural, multiconceptual, vaya que es muy grande.
Pese a que actualmente vivo en un pueblecito, el que tuvo retuvo y aunque lo intentara nuca dejaré de ser un urbanita. Ciertamente Paris no es Madrid, de eso no cabe ninguna duda, pero pese a todo cada vez que estoy por allí me gusta verme desenvolverme con soltura, y me siento a gusto, en mi salsa.
Nunca pretenderé hacer una comparativa entre las dos capitales, todos mis años de madrileño pesarían mucho y la balanza se desequilibraría fácilmente. Y con razón además.
De todas formas París me atrae, será la añoranza del bullicio, del metro, de la animación por las calles, del abanico cultural, de todo eso de lo que carecen los pueblecines como este en el que vivo. No obstante no hay que olvidar que toda gran ciudad a la larga quema y no se cuanto tiempo sería capaz de aguantar viviendo en París como si que se que en Madrid aguantaría toda mi vida sin problemas (y lo haría si las condiciones laborales me lo permitieran) quizás gracias a mi condición vitalicia de Madrileñito, así que deduzco que para sobrevivir en París debería ser un Parisito más y eso solo se consigue en el momento de poner pie en este mundo.
Pero, ¿Cuáles son los motivos de esa atracción que siento hacia París? Enumeremos:

Los 10 motivos de Jorge para querer París:

1. El Sacre Coeur de noche, y digo bien “de noche” porque visto de día no es más que un enorme pastel rosado sobre un montículo que resulta bastante ridículo. En cambio cuando caen las sombras y se enciende su iluminación resulta realmente impresionante

Su fachada, sus cúpulas y sus gárgolas parecen hechas expresamente para ser disfrutadas bajo esa luz artificial. Por dentro tampoco está nada mal, pero no deja de ser como el resto de templos católicos, lleno de santos, sillas y con un órgano enorme.
Otro de sus atractivos son las vistas, debido a su emplazamiento, en lo más alto de Montmartre, se aprecian unas panorámicas increíbles de toda la ciudad, quedando a nuestros pies las famosas escalinatas de La Square Willette, de las más importantes y grandes del mundo pero que por desgracia solo están abiertas al público de día.

2. La Rive Gauche, posiblemente el sitio más agitado de toda la ciudad. Partiendo de la plaza de Saint-Michel,

punto de rendez-vous para cientos de personas, tenemos un entramado de calles, avenidas y callejones entre los bulevares de Saint-Michel y Saint-Germain llenas de pequeños restaurantes, tiendas interesantes como la de Taschen u otras llenas de obras de arte o simplemente curiosidades. Mención a parte merece la rue Dante y por eso será mi tercer punto de la lista.
Lo mejor de este quartier es la multinacionalidad que se ve. Después de año y pico viviendo en Francia no creo que a nadie le extrañe que en mis viajes por dicho país no busque forzosamente restaurantes de cocina autóctona, y este barrio te permite sin andar mucho elegir entre especialidades culinarias de cinco continentes diferentes.
El hecho de que la Sorbonne

se encuentre ubicada aquí posiblemente sea una de las causas principales de la gran animación que se ve por las calles, como ocurre en todos los ambientes universitarios.
Además de todo esto hay que añadir que dicho barrio tiene en sus puntos cardinales al norte el Sena y Notre-Dame,

al este el Panteón,

al oeste el Museo de Orsay

y al sur el Parque de Luxemburgo

que viene a ser algo así como el Retiro parisiense, y donde puede uno tirarse en el césped tranquilamente a comerse un falafel.
Por cierto, en París y sobre todo entre estas calles se comprueba fácilmente que la lengua más escuchada es el castellano, por un lado supongo que porque los franceses siempre hablan muy bajito y por el otro porque siempre hay un buen montón de españoles o hispano-hablantes que o bien viven ahí o que están simplemente de visita.

3. La Rue Dante, dentro de dicha rive Gauche yo siento una especial querencia y atracción por esta calle y por un par de aledañas. A los pies de la Sorbonne se encuentra la mayor aglomeración de tiendas de comics de París. La mayoría de ellas especializadas según géneros y las otras un poco cajón de sastre. A destacar la cadena Album (publicidad by the face...) que contando con unas tres tiendas en la zona hacen difícil que no se pueda encontrar algo en concreto (difícil pero no imposible…). Pero si hay algo que realmente hay que remarcar es que por razones que desconozco estas tiendas abren en su mayoría los siete días de la semana, al contrario que el resto de tiendas, como por ejemplo las de ropita, para desesperación de alguna que yo me se.
En vez de poner fotos de la zona (que no tengo vaya) os dejo un link a una página que habla también del tema, eso creo, y que si que tiene fotos. Y digo que eso creo porque mi polaco es muy limitadito, más o menos se reduce a “Dobranoc” y “do widzenia”. El link es ESTE.

4. La Victoria de Samotracia, no se que tiene ese cacho de mármol pero me gusta. Se deberá en parte seguramente a lo que deja de libre a la imaginación, ya que la recreación mental de dicha estatua que se puede hacer uno es increíble, al menos la mía lo es, claro que yo, a veces, me paso de imaginación. Pero se deberá también en parte a la posición tan acertada de la que goza dentro del museo del Louvre.

De todas las obras de arte de dicho museo, que todo sea dicho, no son pocas, realmente me quedo con ésta. Y aclaro que la pongo por delante de otras que posiblemente sean más conocidas como la Venus de Milo o telas tan renombradas como La balsa de la medusa, La coronación de Napoleón, Las bodas de Caná, o ese pequeño (77x53cm) óleo que hay enfrente de ésta última y delante del cual se amontonan cientos de personas pero que a mi personalmente me deja bastante frío. Me refiero evidentemente a La Gioconda, que pese a ser un pedazo obrón de arte mucho me temo que lo estemos supravalorando (el hecho de que lo visiten al año unos seis millones de personas ya lo dice todo).
La verdad es que el museo no solo está lleno de obras de arte sino que además ya de por sí el propio edificio es una de ellas. Pero una cosa que quede clara, hay que verlo con calma y para eso son necesarios varios días, que no solo es cuestión de visitarlo sino de asimilarlo.

5. El Sena, hay que reconocer que en lo que a ríos se refiere la capital francesa se impone a la española y con diferencia. Y es que tener un buen río es importante para cualquier ciudad, en lo que a descongestión, clima y estética se refiere.

Este en concreto cuenta entre sus principales atractivos con sus numerosos puentes la mayoría bastante bonitos (excepto el Alexandre-III, demasiado recargado a mi gusto) y animados, sobre todo los peatonales. Otro de sus atractivos son los innumerables puestecitos colgados en los márgenes de ambas orillas y donde se pueden encontrar recuerdos, postales, posters, libros, comics, y demás rarezas tanto turísticas como frikis, fetichistas o simplemente de colección. A mi lo único que me falta de momento es navegarlo, pero dadme tiempo.

6. Esas más de 10.000 toneladas de hierro y bulones, que todo el mundo conoce como Torre Eiffel y que ponen en evidencia cierto complejo físico de los franceses.

A mí desde pequeñito y sin saber muy bien porque razón me ha encantado siempre andar subiéndome a todo lo que podía. Así que la primera vez que visité Paris, con algo así como seis o siete años, hice todo lo que pude por llegar a lo más alto, y al final lo conseguí, claro que tuve que ceder una parte de mis ansias y finalmente accedí a hacerlo mediante los ascensores y no a pie como pretendía (curiosamente eso se ha vuelto tradición y siempre he seguido subiendo así…), y claro tampoco me dejaron subirme a la antena y me quedé donde el resto del mundo.
Merece la pena subir sus 300 metros y disfrutar de las vistas que ofrece de la ciudad.

Pero sin duda la mejor hora para hacerlo es cuando empieza a atardecer y ver como la luz natural comienza a ser reemplazada por la artificial que pretende frenar la oscuridad de la noche.
Eso sí como dato curioso tengo que decir que las mejores vistas de la ciudad no son las que ofrece esta torre sino las de otra, un poco más baja pero que desde su piso 56 ofrece una panorámica de 360 grados de todo París, incluyendo la propia Torre Eiffel, se trata de la Torre de Montparnasse.

Y si no comparad vosotros mismos.

7. Los medios de locomoción, no es raro en París cruzarse con familias enteras de seis u ocho miembros paseando en patines o en bicicleta. O un padre en patinete acompañando a su hijo patinador (o viceversa…). Ya de por si que tengan carril-bici en gran parte de la ciudad es todo un mérito (aunque no llegue al nivel que Berlín la verdad). Ciclistas, patinadores, y demás se ven por doquier y no causan en ningún momento sorpresa. Los conductores están completamente acostumbrados a ello y todo el mundo se desenvuelve con naturalidad.

Si a estos medios le añadimos el metro, el RER, los autobuses e incluso el funicular, contamos con un gran abanico de posibilidades que permiten dejar el coche aparcado. Y eso es importante, sobre todo teniendo en cuenta lo mal que se conduce en París y lo mal y violento que conducen los parisinos por lo que no es nada recomendable arriesgarse a entrar en la ciudad con el coche. El que avisa… ya sabéis…

8. La proximidad, porque no nos engañemos, el punto de Francia más cercano a Madrid (que es lo que a mi me interesa vaya…) es y será siempre París gracias al avión.

Y es que desplazarse en coche siempre es una opción, sobre todo si hay que transportar muchas cosas, pero hay que contar con un mínimo de siete horas para unir la capital española con el punto más cercano de la frontera francesa. Bien es cierto que los aeropuertos parisinos no son los únicos que ofertan vuelos a Madrid pero sin duda son los que lo hacen con más frecuencia y a mejor precio.

9. Su “andabilidad”, ya sea por las orillas del Sena, por sus grandes bulevares

o sobre todo por los Campos Elíseos o los de Marte, París invita a andar, de hecho cada vez que voy procuro en la medida de lo posible recorrer todo lo que pueda a pie. Y tanto empeño pongo en ello que me suelo ganar ampollitas en los pies con bastante facilidad.
Y no solo es que me guste ponerme a andar es que no hay forma mejor para ir conociendo, familiarizándose y descubriendo una ciudad que pateársela poco a poco.

10. Amelie Poulain, a la que todavía no he encontrado pero que no dudo que terminaré haciendo.

Eso sí, mientras la busco, aprovecho y sigo descubriendo rincones de la ciudad y motivos para que me guste. Quien sabe, lo mismo la vida me empuja algún día hacia ella y la tengo que adoptar como mi segunda ciudad.

Y ahora y para quien se lo esté preguntando diré que no voy a hacer en ningún momento y a modo de réplica ningún listado de los diez motivos por los que Madrid es la ciudad por excelencia e insuperable. Primero porque no hay diez motivos sino diez mil y segundo porque Madrid lo es, y punto pelota.
;)